martes, 27 de abril de 2010

La carta de P.M.

P.M. es una mujer de 95 años que nació en Granada pero ha vivido casi toda su vida en Barcelona. Sus hijos viven en el extranjero y ella vive prácticamente sola. En el mismo rellano de su piso vive su sobrina, pero por un malentendido dejaron de hablarse años atrás. Ella lo siente en el alma, pero nunca se ha atrevido a volver a picar a su puerta.

Hace unos días, por consejo de una amiga, decidió poner en práctica la ley del espejo. Al principio dijo que no tenía ningún motivo para disculparse y muy poco que agradecer, pero con paciencia fueron saliendo a la luz pequeños detalles que fue apuntando en una libreta: gracias por las visitas, por hacerme compañía... y como no consideraba que tuviera que pedir perdón por nada, finalmente escribió que sentía no haberles dicho nada en los últimos años.

No se atrevió a decirlo en persona o por teléfono, así que le escribió una carta. Al día siguiente, su sobrina picó a su puerta con una caja de pasteles. Lo primero que le dijo fue que había querido dar este paso muchas veces pero nunca se había atrevido.

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